Cuento de lengua
El primer intento.
Éramos cincuenta ó sesenta mi hermano me hizo una seña y todos nos reunimos entre las plantas.
No teníamos armas de mucho calibre pero suficiente para luchar.
Luego rompimos la puerta y entramos, Pablo miró hacia dentro y me dijo
-Esto no me gusta.
En ese momento me di cuenta de que no habíamos calculado bien la cantidad de hombres en el cuartel, eran quinientos ó seiscientos y nos estaban esperando. Todos comenzaron a caer muertos entonces dije:
-Alto el fuego.
Ese día me desperté y lo único que escuche fue al carcelero decir:
-Hoy tú te irás
Lo primero que pensé fue ese maldito se fue, lo habíamos logrado.
No podía ser, solo éramos unos pocos, ahí comprendí que por un largo tiempo no volvería a ver a Cuba.
Luego nos trasladaron a un muelle donde subimos a un barco.
Cinco días viajando solo para llegar a un lugar desconocido, era bonito pero nada era como mi querida Cuba.
Habían pasado seis o siete meses de nuestra llegada, conseguimos mucha gente mexicanos, bolivianos, cubanos y argentinos y Pablo me dijo:
-Tengo alguien para presentarte.
Él era joven de solo veinticinco o treinta años.
Hablamos unos cuarenta minutos y me di cuenta de que él era un hombre formado. Con convicciones y muy inteligente. Solo con vernos una vez nos hicimos amigos y compañeros de lucha.
Con el tiempo, él me dijo que había que ir a Cuba a volver a intentarlo pero planificándolo con tiempo y que todo era por la libertad, salud y educación.
Eso me llevó a comenzar a planificar y pensar si esto servía para algo o solo era perder el tiempo en un ideal sin principio ni fin, pero luego de un rato de reflexión en la cama y mirando el techo, me convencí de que esto iba a seguir y solo parar cuando yo muriera.